Futuros posibles

Gran éxito del cine soviético, considerada la primera película muda de ciencia ficción. Ofrece una sorprendente lectura feminista de la Revolución rusa. Con un guion inspirado en la novela homónima del cosmista Alexéi Tolstói y con una fastuosa escenografía constructivista de los artistas Aleksandra Ekster e Isaak Rabinovich, narra la vida marciana como espejo mejorado de la actividad en la Tierra, concretamente, de Moscú en los años de la Nueva Política Económica (NEP, 1922-1928). Una expedición soviética llega a Marte e inicia una revuelta contra los déspotas que subyugan a Aelita, la reina del planeta rojo. El resultado del levantamiento ofrece veladas críticas a las derivas autoritarias de la revolución.

Película sobre el fascismo establecido dentro de una aparente democracia, filmada según el estilo documental de Peter Watkins, es decir, rodada como si fuese un documental, pero tratándose de una ficción. En 1970, Estados Unidos está contra las cuerdas en el sudeste asiático; se dirime la supervivencia del capitalismo frente al comunismo global. Nixon decreta el estado de alarma y establece unos juicios rápidos en los que los activistas detenidos son juzgados por respetables miembros de la comunidad. Al término del juicio, se les ofrece sufrir condena o participar en un siniestro juego de supervivencia en el Punishment Park. Magistral distopía de historias alternativas que acabaría con uno de los actores en la cárcel y con Peter Watkins en el exilio.

Distopía punk, feminista y afrofuturista, en la que Estados Unidos ha rechazado el capitalismo feroz y se ha refundado como una república “socialista-humanista”. Sin embargo, las mujeres son igualmente discriminadas por el Estado, que niega la igualdad; por sus parejas, quienes las obligan a realizar trabajos domésticos; y por los hombres, que las hostigan sexualmente. Una mujer negra, es decir, doblemente discriminada, decide fundar una milicia para proteger a otras mujeres que rápidamente pasará a convertirse en una guerrilla contra el Estado. La película cuenta con la participación de numerosos artistas: Gary Hill y Peter Hutton como cámaras, John Coplans y Kathryn Bigelow como actores, y la excepcional música de The Red Krayola y Art & Language.

Delirio cósmico que desarrolla las visiones futuristas del irrepetible Sun Ra (1914-1993), ensayista, poeta, filósofo pop y, sobre todo, virtuoso de la fusión entre el free jazz y la psicodelia experimental. Sun Ra, nacido Herman Sonny Blount, elabora cómo el futuro de la raza negra en la convulsa y racista sociedad norteamericana de 1970 no pasa por la integración, sino por la emancipación en un planeta del espacio exterior. Con lecturas cabalísticas, herméticas y fascinación esotérica por el antiguo Egipto, fantasea con que la raza negra tiene un origen y un destino manifiesto en el espacio exterior. La música es la tecnología secreta que permitirá el viaje interplanetario. En la película, Sun Ra y su Arkestra escapan de la NASA y de los perniciosos arquetipos afroamericanos, representados por el proxeneta Overseer, para fundar una nueva sociedad negra en el cosmos.

Robots de Brixton es una animación que mezcla la vida en una megalópolis cibernética con el recuerdo de la violencia policial en los disturbios raciales del pasado, como si el anhelo de futuro no pudiera escapar del fantasma de la violencia. El corto encuentra inspiración en el trabajo histórico del Black Audio Film Collective, colectivo británico interdisciplinar activo entre 1982 y 1997. El último ángel de la historia es un ensayo fílmico de John Akromfrah, miembro del colectivo, sobre la aspiración e imaginación de futuro en las letras, en las tecnologías sonoras y en las performances de músicos contemporáneos de la diáspora africana. El hip-hop de George Clinton o Funkadelic, el jazz psicodélico de Sun Ra, el dub de Lee Perry o el tecno de Derrick May o Juan Atkins son decodificados como músicas imaginarias que contienen las semillas de futuros latentes.

Stalker se sitúa en una encrucijada temporal. De un lado, recoge toda la experiencia del gulag y del campo de concentración que atraviesa la historia del siglo XX. De otro, avanza premonitoriamente la catástrofe de Chernóvil, que ocurriría pocos años después de su estreno. Ambientada en un futuro distante, un escritor y un científico de una sociedad devastada, similar a la URSS en sus años finales, se adentran con un guía, el stalker, en la Zona, un espacio entre naturaleza virgen y rastros de otras vidas no humanas ajeno a cualquier ley física y con un perímetro fuertemente militarizado. En la Zona existe una habitación que concede los deseos más ocultos, si bien estos pueden conducir a destruir al propio individuo, quien ignora aquello que en realidad desea.

Portentoso ejemplo de una película como sucesión de acontecimientos potenciales, Buscando a UIQ recorre distintas estancias en la sorprendente relación del psiquiatra y filósofo Félix Guattari (1930-1992) con el cine. Guattari, quien concebía el cine como una poderosa máquina de subjetivación, realizaría el guion de una película de ciencia ficción y, junto a Robert Kramer como director, intentaría infructuosamente llevarla al cine. El proyecto recoge la influencia de Tarkovski en el enfoque existencialista del género, pero lo conduce a nuevos territorios. La película parte de lo infinitesimal, los infraquarks como formas de vida otras e imperceptibles que existen en nuestro propio espacio. Uno de estos infraquarks, UIQ, se instala en el cuerpo de un científico, como un ser vírico que no ve, pero que le habita y transforma.

Las ficciones fílmicas del artista Pedro Neves Marques exploran los efectos catastróficos de nuestro modo de vida a una escala íntima y subjetiva. Ambientadas en un futuro extrañamente cercano y familiar, proponen un mundo dominado por la ingeniería genética, el extractivismo o los monocultivos transgénicos, en contraste con los protagonistas de sus filmes, cuyas identidades resisten a la norma binarista. En La picadura, un laboratorio investiga cómo frenar genéticamente una epidemia transmitida por mosquitos, mientras tres personas se refugian en el poliamor. En Semilla exterminadora, la androide YWY toma conciencia de su infertilidad en un paisaje entre monocultivos de soja y plataformas petrolíferas.