Sala 207.01
El complejo panorama español de principios del siglo XX, caracterizado por una crisis social, política y económica vinculada al «desastre» del 98 (momento en que Cuba, Puerto Rico y Filipinas dejaron de ser colonias españolas), tuvo como resultado la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial, que fue apoyada por todos los partidos políticos. A pesar de ello, en España se libró una guerra ideológica en la que el mundo de la cultura se involucró, tomando partido por uno u otro bando. Además, la proximidad con Francia de la capital catalana hizo que esta tuviera un papel fundamental durante la guerra, convirtiéndose en centro económico, político y cultural durante aquellos años.
Como parte de las campañas culturales que respaldaban, desde España, a los diferentes bandos de la Primera Guerra Mundial, destaca la muestra Exposición de Legionarios, que apoyaba a los españoles que lucharon en el bando aliado, junto al ejército francés, de forma voluntaria. Este proyecto, organizado en colaboración con Francia, fue sin duda el más importante de una serie de manifestaciones de carácter político que ocurrieron en España durante los años del conflicto. Se inauguró en Madrid y Barcelona en enero y febrero de 1917 respectivamente, y entre los artistas presentes destacaba Lluís Bagaría, con las caricaturas satíricas de marcado carácter político que publicaba en la revista España, y Daniel Vázquez Díaz, con una serie de dibujos sobre el impacto de la guerra en la población civil.
Por otra parte, en este periodo llegaron a Barcelona exiliados, pacifistas y artistas, haciendo a la ciudad más cosmopolita con su presencia y acentuando la intensidad de su escena cultural y su vida nocturna. La población creció casi el doble durante los años del conflicto, iniciando la expansión burguesa de la ciudad con la plaza de Cataluña y el paseo de Gracia. Se desarrollaron la publicidad y las artes gráficas con la edición de revistas y publicaciones de todo tipo. Los artistas y poetas más radicales hacían públicos sus trabajos en revistas como Enemic del Poble, dirigida por Salvat Papasseit, o Troços, dirigida por Josep Maria Junoy. Barcelona acogió también a artistas como la georgiana Olga Sacharoff, el francés Arthur Cravan y a los matrimonios Gleizes y Delaunay.
En estos años, tuvieron lugar en Barcelona acontecimientos fundamentales para el arte y la cultura del siglo XX, como la exposición de artistas franceses que reunía a Courbet, Daumier o Degas, entre muchos otros. Los Ballets Russes de Diaghilev supusieron un hito, al reunir para la producción de su ballet Parade a artistas como Pablo Picasso (responsable del diseño de la escenografía y el vestuario), Erik Satie (compositor de la música), Jean Cocteau (encargado del libreto) y Léonide Massine (coreógrafo). El combate de boxeo del dadaísta Arthur Cravan con Jack Johnson (excampeón del mundo en ese momento) fue cubierto ampliamente por todos los medios sociales y deportivos. El cine ganó importancia en el imaginario colectivo, mientras la fotografía profesional y amateur se abrieron camino entre las demás artes, entrando la ciudad de lleno en la modernidad industrial, tecnológica y artística.