Sala 421
Masculinidad en exilio

En 1957 Marcel Duchamp, instalado en Nueva York definitivamente desde 1942 tras haberse exiliado de la Francia ocupada por los nazis, da en Houston la conferencia titulada The Creative Act. En ella establece que la obra de arte no se constituye únicamente desde el punto de vista del artista, sino que el espectador interviene decisivamente en la transubstanciación de la materia en arte. Estas ideas de Duchamp adquieren protagonismo y se convierten en referente para una nueva generación de artistas que se muestran en desacuerdo con la idea patriarcal del creador como figura individualista, sufrida y heroica promocionada por el MoMA.

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Sala 421

En 1957 Marcel Duchamp, instalado en Nueva York definitivamente desde 1942 tras haberse exiliado de la Francia ocupada por los nazis, da en Houston la conferencia titulada The Creative Act. En ella establece que la obra de arte no se constituye únicamente desde el punto de vista del artista, sino que el espectador interviene decisivamente en la transubstanciación de la materia en arte. Estas ideas de Duchamp adquieren protagonismo y se convierten en referente para una nueva generación de artistas que se muestran en desacuerdo con la idea patriarcal del creador como figura individualista, sufrida y heroica promocionada por el MoMA.

En Estados Unidos, la persecución de comunistas y homosexuales por parte del régimen de McCarthy creó un clima de rechazo en algunos ambientes artísticos, provocando la emigración o regreso a Europa de varias figuras como Jean Tinguely, Cy Twombly o, finalmente, Duchamp. Este viaje de vuelta a Europa reivindicó el territorio simbólico de los perdedores y posiciones antiestéticas caracterizadas por un cierto informalismo en la estela de pintores como Alberto Burri o Lucio Fontana. Estas posturas serán representadas en Estados Unidos por Robert Rauschenberg y Cy Twombly (quien viajará a Europa abandonando su país), que contribuyeron a romper con las actitudes representadas por la pintura abstracta norteamericana.

El uso de metáforas sexuales oblicuas quebrantó simbólicamente el estoicismo heroico que, se suponía, caracterizaba al artista norteamericano. Así, se reivindica, desde el humor, una dimensión fetichista del cuerpo, como podemos ver en los dibujos de H. C. Westermann o en las propias piezas escultóricas de Duchamp expuestas en la sala. Por otra parte, como ha argumentado el historiador del arte T. J. Demos, el exilio fue central para el desarrollo de la práctica de este artista, condicionándole en su comprensión fetichista del cuerpo y, concretamente, en la creación de sus Boîtes o cajas, en las que convertía toda su producción en portátil y, a la vez, en un autorretrato fragmentario que trazaba una analogía entre cuerpo y obra. Tal y como afirma Demos, La Boîte-en-valise viene a sugerir un extraño cuerpo fantasmático, circunscrito por una piel de cuero, enmarcado por un complicado sistema de articulaciones, dividido en órganos interiores que palpitan con fluidos y que contienen, a su vez, un banco de memoria fotográfica.

En estos trabajos, la maquinaria identitaria del cuerpo del artista-hombre se deconstruye y se presenta intencionalmente como absurda, tal y como sucede en las máquinas de Richard Hamilton (con quien Duchamp colaboró en varias ocasiones) o con el mecanismo rotatorio diseñado por Larry Rivers y Jean Tinguely. Los
motivos tradicionales e iconos de la masculinidad se desmontan a fuerza de caricaturizarlos y parodiarlos reiteradamente, como sucede con la pieza de Jim Dine The Composer’s Yellow Tie (1961), obra de la colección Fondation Gandur pour l’Art que puede verse en esta sala.

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