
La procesión va por dentro, muestra medio centenar de obras realizadas por Annette Messager (Berck-sur-Mer, Francia, 1943) entre 1971 y 1998. El conjunto de instalaciones, fotografías, dibujos y libros de artista reunidos para la ocasión en el Palacio de Velázquez se presentan de manera que, sus primeras piezas de carácter emblemático se confrontan a sus trabajos más recientes. Las obras generan habitaciones y grupos temáticos que traducen su posición como artista y sus obsesiones, como la identidad, el sexo, la infancia, la locura, la vida, la muerte, la religión, la magia o el fetichismo.
Messager pertenece a una generación convulsa como fue la de Mayo de 1968, con la que comparte la actitud crítica y el cuestionamiento del modo de producir arte, así como del papel tradicional de los géneros artísticos bajo el lema “el arte está en la calle, no en los museos”.
La artista se interesa por bienes y valores de poca consideración y se apropia de ellos para elaborar sus obras, en las que trastoca los usos y sentimientos asociados a dichos objetos cotidianos. Como resultado, crea instalaciones o fotografías en las que elementos tradicionalmente vinculados a lo femenino como la lana, tela, cuerda o peluches se combinan con otros, como animales disecados en El descanso de los pensionistas (1971-1972). En Protección (1998), las letras de esta palabra se forman mediante los cuerpos desmembrados de unos peluches clavados en la pared.
Aunque sus primeros trabajos coincidan con el inicio del movimiento feminista, Messager sin embargo dice no participar en él. Sostiene que su condición de mujer y de artista se encuentran indisolublemente unidas y es de dicha identidad de donde surgen obras como los álbumes Los hombres que me gustan y Los hombres que no me gustan (1972). Por otro lado, el Surrealismo no es una referencia superflua en Messager, “pues no teme subrayar su interés por un movimiento que se interesa como ningún otro por las zonas subterráneas de la banalidad. Comparte sus gustos por los recovecos de la intimidad, por el cuento, el fantasma, las confesiones, que son parte de su propio vocabulario”, como señala Catherine Grenier, conservadora de museos y especialista en arte contemporáneo,
La fragmentación es la idea protagonista del trabajo de Messager, ya sea del cuerpo humano, de muñecos o de los objetos y la materia, como es el caso de la lana en Mis deseos en red (1997). En este sentido, va más allá al hacer partícipe al espectador e invitarle a atravesar algunas de sus instalaciones. En Dependencia-Independencia (1995-1996), la forma de corazón de la pieza revierte en su sentido último: la obra necesita la circulación del espectador para vivir. Paralelamente, utiliza la red también como recurso acumulativo y contenedor en obras como Parada (1994-1995).
En este hacer y decir tanto sobre sí misma, aparecen las distintas identidades que Messager adopta de modo consciente y voluntario en la práctica artística: la coleccionista, la mujer práctica, la modistilla, la falsificadora o la artista.
Datos de la exposición
FALTA
Publicaciones del Museo Reina Sofía