Cuando se entiende el cine como sinónimo de movimiento, un homenaje a Luis Buñuel (Calanda, Teruel 1900-México DF, 1983) en un museo -donde cabe pensar que predomina la obra estática- genera una exposición de “naturaleza contradictoria”, tal como expresa el comisario de la muestra, Yasha David. Al partir de dicha idea, el montaje de las salas en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ha querido crear un “estado subliminal” semejante al que Buñuel consigue en sus películas.
¿Buñuel! La mirada del siglo plantea los estrechos vínculos entre su biografía y su obra, se enumeran y estudian los temas, imágenes y objetos que, por repetición obsesiva, pueden considerarse como su gramática y estilo cinematográfico. También son analizadas las fuentes de inspiración: el Surrealismo -desde la subversión daliniana al fetichismo-, la cultura del Barroco español, la crítica al catolicismo anticuado y la transgresión de una moral burguesa tradicional, de modo que se lleva al límite el binomio vicio-virtud.
La exposición se organiza en tres partes -“Pulsión de la mirada”, “Pulsión del deseo” y “Pulsión de muerte”)- que profundizan en las que son las obsesiones por excelencia del Surrealismo. Buñuel las asume y amplía de un modo extremadamente personal, hasta convertirlas en la base de su trabajo. A partir de fotogramas de sus treinta y siete películas, los elementos fundamentales que ilustran el discurso de las tres pulsiones son: los ojos, manos y calaveras. No obstante, el recorrido se enriquece con una gran cantidad de obras de artistas próximos y coetáneos que complementa el denso conjunto visual y retórico buñueliano. El resultado es una alusión al cuerpo en su más extenso significado (como parte y fragmento, ya sea mutilado o seccionado), a lo grotesco y a una abundancia de signos e indicios de muerte, como ataúdes, pistolas, esqueletos o insectos que devoran carnes putrefactas.
El despliegue del universo iconográfico y objetual de Buñuel evidencia la creación de su lenguaje cinematográfico durante la primera etapa parisina (1925-1938), aunque paradójicamente, la voluntad de ruptura respecto a los paradigmas de la industria del cine es el punto de partida.
Las primeras películas, Un chien andalou (1929) y L´Age d´Or (1930), suponen una apertura a nuevas fronteras expresivas. En ellas, destaca el uso de los lenguajes y presupuestos filosóficos y estéticos de las corrientes artísticas del momento, en las que Buñuel participa: su vinculación al grupo surrealista, la lectura sistemática de la obra literaria del Marqués de Sade, la revista Documents, la influencia de Sigmund Freud y el psicoanálisis y del escritor y antropólogo francés Georges Bataille, entre otros. Desde esta perspectiva, el cine es considerado como un medio (y una práctica) donde las posibilidades combinatorias de narración e imagen son ilimitadas.
Datos de la exposición
Museo del Palacio de Bellas Artes, México (4 diciembre - 2 marzo, 1996-97)