El Picasso joven, y ya maduro, fue un artista capaz de asimilar culturas diversas transcurriéndolas con rapidez. Para ello hubo de situarse en una posición de alteridad, en la que no se posicionaron otros protagonistas de las primeras vanguardias. Este Picasso transcultural, en aquel momento, sabía de sí mismo como extranjero. Su alteridad se planteaba en sus relaciones personales, amorosas y sexuales, en su modo libertario de dejar atrás la bohemia, en la performatividad de género de sus iconografías, en su hacer procesual, en la temprana hibridación de sus referentes etnográficos, en su capacidad de no diferenciar entre lo mitológico y lo vernacular o en su modo de hacer permanecer la huella del museo en propuestas que querían ser una refundación del arte mismo.

Picasso. Modernidad y alteridad

Conferencia a cargo de Eugenio Carmona

28 febrero, 2024
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